Cuando vivimos conscientes de la presencia de Dios, comenzamos a comprender que nuestra vida es un verdadero camino que se dirige sin pausa a la obtención de la Vida para siempre. Por eso, Peregrino es aquél que se encamina hacia una meta. Así sucede en las grandes peregrinaciones: llegar es el objetivo, y es también el aliciente para seguir caminando no obstante el cansancio y las dificultades del camino.
El Peregrino, que entrega a Dios toda su vida, no se detiene en su caminar. En medio de lo cotidiano, sigue dando a todo lo que vive un sentido sobrenatural y transcendente. Para él la vida misma se convierte en objeto de entrega a Dios con el fin de santificarse y santificar a los demás, de obtener la salvación para sí y para los otros. El camino podrá tener retrocesos, pero siempre será un ir hacia adelante sostenidos en la fuerza de Dios. Lo que hace al caminante un Peregrino en el sentido espiritual, es su fe y su determinación de vivir todo para Dios y dar fruto duradero.
Estas páginas son una invitación a adentrarnos más y más en el espíritu de quien hace de su vida un camino de entrega y de ofrenda. Al mismo tiempo, nos ayudan a comprender más profundamente la obra transformadora que la gracia lleva a cabo en nosotros cada vez que le decimos sí a Dios, como lo hizo María.