Él, que era de condición divina… se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres… se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz. (Filipenses 2, 6-8)
El testimonio vivo de quienes viven su entrega a Dios por amor es signo de la acción del Espíritu Santo, signo claro y visible de la interacción amorosa de Dios y los hombres.
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Obra de Amor y Redención - Camino de los Peregrinos