La Luz de la Resurrección
Es casi imposible imaginar cómo sucedió. Fue de madrugada cuando el sol apenas se vislumbraba en el horizonte y la tierra dormía. De pronto, nos dicen las Escrituras, sobrevino un gran temblor y el ángel del Señor bajó del Cielo e hizo rodar la piedra que sellaba el Sepulcro. Solo un instante bastó para que el Espíritu del Señor descendiera sobre el Cuerpo inerte; Jesús entonces se levantó Glorificado, revestido de Luz, todo Él lleno de majestad y poder.
Celebramos la Pascua con la alegría de los que esperan sabiéndose amados y conducidos por los caminos de la Salvación. Con la seguridad de que nuestro Señor Jesús ha resucitado y vence en nosotros todo obstáculo, podemos caminar en paz, sostenidos y auxiliados por su Gracia que viene en nuestra ayuda en cada momento. Dejemos entonces que la pesada piedra, que selló el Sepulcro de nuestro Salvador, sea removida de nuestro corazón y podamos salir transfigurados por la Gracia que obra en nosotros. Resucitamos con Cristo a medida que el Divino Amor va haciendo en nosotros su gran obra transformadora. Que cada día sea para nosotros una esperanza nueva, como aquella alborada en la que resucitó nuestro Redentor.
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