Mirando el camino recorrido de nuestra entrega diaria a Dios es como podemos ir reconociendo que él ha estado a nuestro lado acompañándonos y encaminándonos a la plena realización de su obra en nosotros durante toda nuestra vida.
Si cada día perseveramos en nuestro camino entregándonos más y más, ofreciéndolo todo y adhiriéndonos a la divina voluntad, el Amor de Dios irá transformando nuestro corazón, convirtiéndolo en medio para que nuestros hermanos reciban la gracia con la que nosotros somos santificados. Esto sucede cuando ponemos en las manos de Dios nuestra vida entera.
En estas páginas iremos comprendiendo cómo es posible vivir esta experiencia del amor de Dios obrante en nosotros por medio de nuestra entrega hasta llegar a una conversión más profunda para ser transformados en ofrendas vivas, en almas íntimamente unidas al amor de Cristo.
Asociados a la cruz redentora de Jesús es como vamos ganando almas para el Cielo. Se trata de amarlo todo en él para que nuestra vida sea como un cauce por donde fluya la gracia que recibimos hacia nuestros hermanos, participando con toda nuestra vida en la obra redentora de Cristo para que la salvación llegue a todos.