Nunca estamos solos
De pronto llegó a un lugar, y se detuvo en él para pasar la noche, porque ya se había puesto el sol. Tomó una de las piedras del lugar, se la puso como almohada y se acostó allí. Entonces tuvo un sueño: vio una escalinata que estaba apoyada sobre la tierra, y cuyo extremo superior tocaba el cielo. Por ella subían y bajaban ángeles de Dios. (Génesis 28, 11-12)
Meditación del texto bíblico:
Entre el cielo y la tierra los ángeles del Señor van y vienen; de la gloria excelsa hasta el corazón de los hombres. Nunca se interrumpe este ir y venir, porque Dios envía a sus ángeles sin pausa para custodiarnos y socorrernos en los peligros y adversidades. Ellos regresan al cielo con todos nuestros pedidos, haciéndose eco de nuestras necesidades ante Dios.
Una mirada al corazón:
El cristiano no vive su fe en soledad. Junto a él hay una muchedumbre, porque es sostenido en la Comunión de los Santos. Esto significa que junto a él están los hermanos que transitan el camino de la vida, quienes esperan en el Purgatorio confiados en la misericordia de Dios y en nuestras oraciones, los santos del cielo y los ángeles de Dios. Esta comunicación jamás se interrumpe, por lo que nuestra fe es sostenida y acompañada sin cesar por esta fuerza espiritual del amor que se manifiesta en toda nuestra vida.
Oración a San Miguel, Gabriel y Rafael:
Santos Arcángeles, me encomiendo a ustedes especialmente en este primer día para que me ayuden a no sentir soledad ni temor alguno; que pueda afirmar mi fe en la inmensa solicitud con la que el eterno Dios acoge todas mis peticiones e intenciones que ustedes llevan hasta el trono de su gloria. Les encomiendo mi vida de fe para que no se vea opacada por las sugerencias del demonio y las tentaciones de este mundo. Amén.
Termina el día con: Padrenuestro, Avemaría y Gloria. Santos Arcángeles rueguen por nosotros.