El Ángel del Señor bajó del cielo e hizo rodar la piedra del sepulcro
Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a visitar el sepulcro. De pronto, se produjo un gran temblor de tierra: el Ángel del Señor bajó del cielo, hizo rodar la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella. Su aspecto era como el de un relámpago y sus vestiduras eran blancas como la nieve. Al verlo, los guardias temblaron de espanto y quedaron como muertos. (Mateo, 28, 1-4)
Meditación del texto bíblico:
Para quien ama a Dios, toda manifestación de su poder es inmensa alegría, es luz sobrenatural que hace aumentar la fe y la esperanza en Él. Los guardias representan a los incrédulos que se espantaron al ver al ángel, no así con las mujeres que también lo verían. Esto nos debe llevar a reflexionar que no debemos sorprendernos ante la maravillosa obra transformadora que Dios hace en nosotros cada día. Porque no existe prodigio más grande que la conversión de un corazón que se abre a su gracia.
Una mirada al corazón:
En el camino que recorremos de entrega, podemos ver claramente cómo obra Dios en nosotros y en los demás. Nos lleva a una conciencia más clara acerca de lo que Dios quiere y espera de nosotros, y al mismo tiempo nos predispone a hacer que todo lo que vivimos rinda buenos frutos. Porque quien ama a Dios y le entrega su vida es instrumento de su gracia para llevar paz y salvación al mundo entero. El ángel que removió la piedra del sepulcro del Señor, nos hace recordar que para Dios no existe obstáculo alguno si nos reconocemos pequeños y confiamos en su infinito poder y misericordia.
Oración a San Miguel, Gabriel y Rafael:
Arcángeles del Señor, les pido que me acompañen a lo largo de toda mi vida. Quiero servir en la causa de la salvación de las almas por medio de la disponibilidad confiada de mi entrega, por eso me confío a su ayuda e intercesión ante el trono de Dios.
Termina el día con: Padrenuestro, Avemaría y Gloria. Santos Arcángeles rueguen por nosotros.