El Señor viene a visitarme
Después del terremoto, se encendió un fuego. Pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego, se oyó el rumor de una brisa suave. Al oírla, Elías se cubrió el rostro con su manto, salió y se quedó de pie a la entrada de la gruta. Entonces llegó una voz, que decía: “¿Qué haces aquí, Elías?”. (I Reyes 19. 12b-13)
- Me pongo en la presencia de Dios, salgo de la gruta de mis preocupaciones diarias, dejo quietos mis pensamientos y escucho atentamente dejando pasar todo el tiempo que sea necesario. Finalmente, el Señor me preguntará al corazón: “¿Qué haces aquí?”.
- Es momento ahora de abrir mi corazón, de decirle todo aquello que me había guardado, aquello que no le presté atención pero que de alguna manera me estorba. Hablo lisa y llanamente con el Señor expresándole todos mis deseos.
- Dejo que mi corazón se explaye; él me está escuchando muy atentamente.
- Finalmente me animo a responderle: “Aquí estoy Señor…”.
- Hago mis peticiones con confianza. Pido por mí y ofrezco este primer día de la novena por los míos y por todos aquellos que más necesitan del amor, la contención y la misericordia de Dios.