Yo duermo, pero mi corazón vela
Yo duermo, pero mi corazón vela: oigo a mi amado que golpea. “¡Ábreme, hermana mía, mi amada, paloma mía, mi preciosa!” . (Cantar 5, 2a)
- Cuando buscamos amar a Dios y vivir en su presencia, hay en nosotros una conciencia que está siempre alerta: es el corazón que vela, el alma que sigue deseándolo.
- En este cuarto día, dejaré que sea el Señor el que golpee la puerta de mi corazón y me llame.
- Permaneceré atento. Escucharé. Atenderé.
- Dejo que entre, recibo su amor, descanso en su presencia, me apaciguo.
- El Señor ha venido porque lo he esperado. Permanecerá en mí y yo en él.