ORACIÓN A MARÍA MADRE DE LOS PEREGRINOS
María, tú has querido ser nuestra compañera en este camino de la entrega que vivimos cada día. Te tomamos como nuestra Madre de los peregrinos para que vayas siempre delante nuestro abriéndonos el camino, señalándonos la meta y dándonos ejemplo de amor que se dona y se ofrece.
Nos confiamos a ti, dulce Madre nuestra, porque sabemos que por ti el camino es seguro y vislumbramos la meta sin temor. Afiánzanos cada día en nuestro compromiso de amor y de ofrenda para que podamos ser instrumentos tuyos y servir en la causa de la salvación de las almas. Amén.
Mi alma canta la grandeza del Señor, mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora. (Lucas 1, 46-47)
REFLEXIÓN
Nuestra Madre se reconoce a sí misma pequeña ante la omnipotencia de Dios. Su humildad hizo posible que el mismo Dios se encarnara en ella. Ante la magnitud del misterio se abajó a sí misma. Para poder recibir de Dios, por medio de su Espíritu Santo, debo reconocerme en mi condición de hijo creado por él, incapaz por mí mismo de todo cuánto él me pide y al mismo tiempo sabiendo que de él todo lo puedo alcanzar.
MIRADA INTERIOR
Cuándo rezo, ¿cómo me presento ante Dios? ¿Reconozco mi pobreza? ¿Rezo con humildad?
INTENCIÓN
Pido al Espíritu Santo en este primer día que me ayude a tener un espíritu dócil a imitación de María para poder recibirlo todo de él y vivir mi camino de entrega en profunda humildad sabiendo que él hace grandes cosas en quien se le entrega humildemente.
ORACIÓN
Padre mío, me entrego a ti desde mi condición de hijo muy pequeño y necesitado de ti. Mírame con bondad para que pueda caminar cada día en tu presencia haciendo lo que a ti te agrada, siendo fiel en todo como lo fue la Madre de Jesús que tanto te agradó y que cumplió con sencillez lo que su maternidad divina le pedía. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.