ORACIÓN A MARÍA MADRE DE LOS PEREGRINOS
María, tú has querido ser nuestra compañera en este camino de la entrega que vivimos cada día. Te tomamos como nuestra Madre de los peregrinos para que vayas siempre delante nuestro abriéndonos el camino, señalándonos la meta y dándonos ejemplo de amor que se dona y se ofrece.
Nos confiamos a ti, dulce Madre nuestra, porque sabemos que por ti el camino es seguro y vislumbramos la meta sin temor. Afiánzanos cada día en nuestro compromiso de amor y de ofrenda para que podamos ser instrumentos tuyos y servir en la causa de la salvación de las almas. Amén.
José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. (Mateo 1,20)
REFLEXIÓN
María estaba llena de la gracia de Dios, por lo que todo en ella era puro. A su seno virginal descendió el Espíritu Santo y la fecundó, se convirtió así, en la toda bella Madre del Hijo de Dios. Sin mancha en su alma albergó a Dios.
Cuando la gracia desciende sobre nosotros, especialmente en el sacramento de la reconciliación, nuestra alma purificada se hace capaz de recibir a Dios; esto nos prepara para recibir la Eucaristía. Lo mismo sucede cuando amamos y cuando nos ofrecemos por otros, porque el amor purifica nuestra alma y la hace más dócil al Espíritu Santo.
MIRADA INTERIOR
Muchas veces la pureza pasa por la intención, porque ahí se albergan los sentimientos más profundos y muchos de nuestros pensamientos más íntimos. ¿Examino cuál es la verdadera intención en las cosas que hago o digo? ¿Sé desapegarme de las cosas, de mí mismo? ¿Qué cosas me llaman la atención por su pureza?
INTENCIÓN
Buscaré, en este segundo día, hacer todo con recta intención para que de este modo mis palabras y acciones, mis pensamientos y sentimientos, mis deseos e intenciones, hasta mis gestos y actitudes sean puros y santos, castos y rectos a imitación de María.
ORACIÓN
Padre mío, purifica mi mirada, mis pensamientos y mis sentimientos para que en mí esté la verdadera pureza por la cual puedo tenerte en mi corazón y amarte cada vez más. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.