ORACIÓN A MARÍA MADRE DE LOS PEREGRINOS
María, tú has querido ser nuestra compañera en este camino de la entrega que vivimos cada día. Te tomamos como nuestra Madre de los peregrinos para que vayas siempre delante nuestro abriéndonos el camino, señalándonos la meta y dándonos ejemplo de amor que se dona y se ofrece.
Nos confiamos a ti, dulce Madre nuestra, porque sabemos que por ti el camino es seguro y vislumbramos la meta sin temor. Afiánzanos cada día en nuestro compromiso de amor y de ofrenda para que podamos ser instrumentos tuyos y servir en la causa de la salvación de las almas. Amén.
Jesús le respondió: ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? (Mateo 12,48)
REFLEXIÓN
María guarda silencio ante estas palabras de su Hijo. Ella no se impuso, esperó a que la llamaran con profunda mansedumbre y no se dejó abatir, sino que supo comprender poniéndose en un segundo lugar. Esta verdadera lección de nuestra Madre debe enseñarnos que el silencio y la aceptación frente a ciertas situaciones que no comprendemos o que son dolorosas, son valiosos; será nuestro Señor quien vea nuestra mansedumbre. Él nos acogerá gozoso en su bendito Corazón.
MIRADA INTERIOR
¿Es mi corazón manso cuando se trata de aceptar situaciones que pueden parecer injustas?
INTENCIÓN
Aceptaré con mansedumbre lo que me toque vivir. Como María buscaré entregarme siempre guardando en silencio las cosas dolorosas sabiendo que Dios las ve.
ORACIÓN
Padre amado, ayúdame a recibir todo lo que tú quieras darme con verdadero espíritu de mansedumbre, creyendo con fe firme que de ti me viene todo lo bueno que poseo y que hay en mi corazón. Ayúdame a ver en María al modelo que debo siempre imitar. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.