ORACIÓN A MARÍA MADRE DE LOS PEREGRINOS
María, tú has querido ser nuestra compañera en este camino de la entrega que vivimos cada día. Te tomamos como nuestra Madre de los peregrinos para que vayas siempre delante nuestro abriéndonos el camino, señalándonos la meta y dándonos ejemplo de amor que se dona y se ofrece.
Nos confiamos a ti, dulce Madre nuestra, porque sabemos que por ti el camino es seguro y vislumbramos la meta sin temor. Afiánzanos cada día en nuestro compromiso de amor y de ofrenda para que podamos ser instrumentos tuyos y servir en la causa de la salvación de las almas. Amén.
¡Todos ustedes, los que pasan por el camino, fíjense bien y miren si hay un dolor comparable al mío! (Lamentaciones 1,12)
REFLEXIÓN
Estas palabras de las Escrituras nos hablan del Corazón de María. Es tanto el dolor de ver a su Hijo con la cruz a cuestas que se siente desfallecer, pero se abandona en el Padre y sigue subiendo hacia la cima del Gólgota donde lo verá crucificado. ¿Cómo hubiera podido nuestra Madre soportar tanto dolor si no se hubiera abandonado en los brazos del Padre? El amor la sostuvo y también su firme esperanza. Pero en aquel momento solo albergaba en su Corazón sufrimiento y angustia.
MIRADA INTERIOR
El abandono consiste en soltarlo todo y arrojarse en los brazos del Padre. ¿Puedo sentir esos brazos abiertos para acogerme? ¿Me dejo consolar por él?
INTENCIÓN
En este séptimo día de la novena hago un acto de abandono en Dios.
ORACIÓN
Padre bueno y cariñoso, acógeme en este día en tu regazo. Me abandono confiado en ti para que tú seas el hacedor de toda mi vida. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.