Él se despertó e increpó al viento y a las olas; estas se apaciguaron y sobrevino una gran calma. (Lucas 8,24).
Oración de abandono
Dios Eterno, me abandono en este día a ti para que seas tú el Hacedor de toda mi vida. No deseo otra cosa que vivir lo que tú quieras y hacer tu divina voluntad. Que mi alma se eleve, oh Dios mío, y sea tomada por tu Divina Bondad y llevada a la realización plena de tus designios. Me abandono hoy para siempre en tus manos. Amén.
Reflexión
No se trata de hacer lo que no podemos porque nuestro Dios no nos pide cosas que superan nuestras capacidades y que no podemos llevar a cabo. Mas bien estamos llamados a dejar que él haga en nosotros precisamente aquello que nos resulta difícil o que nos pesa. Entonces, cuán dulcemente se posa la mano de nuestro Señor en nuestro corazón. Como Jesús apaciguó las aguas del lago de Galilea, así tranquiliza nuestro corazón devolviéndole la fe y la confianza.
Intención
Hoy ofrezco aquellas cosas que me cuesta sobrellevar, aquellas que son un peso para mí. Lo hago sabiendo que mi Padre del Cielo lo hace todo en mí cuando me entrego a él confiadamente.
Termino el segundo día rezando el Padre Nuestro, el Avemaría y el Gloria.