Mi refugio y mi baluarte, mi Dios, en quien confío. (Salmo 91,1).
Oración de abandono
Dios Eterno, me abandono en este día a ti para que seas tú el Hacedor de toda mi vida. No deseo otra cosa que vivir lo que tú quieras y hacer tu divina voluntad. Que mi alma se eleve, oh Dios mío, y sea tomada por tu Divina Bondad y llevada a la realización plena de tus designios. Me abandono hoy para siempre en tus manos. Amén.
Reflexión
La confianza es la llave que nos abre todas las puertas al Reino de Dios. Un solo acto de confianza por el que ponemos nuestra vida en las manos de Dios, hace posible que podamos entregarnos más y hacer que todo lo que vivimos sea transformado para bien nuestro y de nuestros hermanos.
Intención
Mi Dios es mi refugio y mi baluarte, dice el Salmo. Entreguémonos con confianza para que podamos unirnos cada vez más a los Sagrados Corazones en el deseo de ser almas fieles a su santísima voluntad en el quehacer de cada día.
Termino el séptimo día rezando el Padre Nuestro, el Avemaría y el Gloria.