Ángel mío, bajo tus alas me puso el Dios de la vida. Te agradezco de todo corazón porque me has cuidado y acompañado desde el inicio de mi existencia. Protégeme y guíame siempre por los caminos que Dios ha preparado para mí. Ayúdame a vivir cada día en fidelidad al llamado que siento a vivir en la entrega diaria a favor de mis hermanos. Me confío a ti y te prometo escuchar y atender tus consejos e inspiraciones cada día. Amén. (Se rezan tres glorias en honor a nuestro ángel de la guarda).