María, tú has querido ser nuestra compañera en este camino de la entrega que vivimos cada día. Te tomamos como nuestra Madre de los peregrinos para que vayas siempre delante nuestro abriéndonos el camino, señalándonos la meta y dándonos ejemplo de amor que se dona y se ofrece.
Nos confiamos a ti, dulce Madre nuestra, porque sabemos que por ti el camino es seguro y vislumbramos la meta sin temor. Afiánzanos cada día en nuestro compromiso de amor y de ofrenda para que podamos ser instrumentos tuyos y servir en la causa de la salvación de las almas. Amén.
A continuación, se reza el Pésame y el Credo
Después de cada Misterio se dice: María, Madre de los Peregrinos, ruega por nosotros. San Miguel, San Gabriel y San Rafael, rueguen por nosotros.