-Te adoramos Cristo...
DESDE EL MEDIODÍA HASTA LAS TRES DE LA TARDE, LAS TINIEBLAS CUBRIERON TODA LA REGIÓN. JESÚS EXCLAMÓ: “ELÍ, ELÍ, LEMÁ SABACTANI”, QUE SIGNIFICA: “DIOS MÍO, DIOS MÍO, ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?” ALGUNOS DE LOS QUE SE ENCONTRABAN ALLÍ, AL OÍRLO, DIJERON: “ESTÁ LLAMANDO A ELÍAS”. EN SEGUIDA, UNO DE ELLOS CORRIÓ A TOMAR UNA ESPONJA, LA EMPAPÓ EN VINAGRE Y, PONIÉNDOLA EN LA PUNTA DE UNA CAÑA, LE DIO DE BEBER. ENTONCES JESÚS, CLAMANDO OTRA VEZ CON VOZ POTENTE, ENTREGÓ SU ESPÍRITU. (Mateo 27, 39-44)
Jesús ha muerto, solo un momento de silencio y se escucha el grito de su Madre: “¡Ya no tengo más Hijo!”. En seguida se siente el fragor de la tierra que se estremece. Ha muerto quien creó cielo y tierra, ha muerto el Salvador. También los ángeles dirán con estupor: “¡Cuánto los amó!” La oscuridad invade de temor a quienes lo han crucificado.
Pero las tinieblas dan paso a una nueva luz de esperanza. Todas las cosas volverán a su estado original cuando haya resucitado. En aquella hora, solo quienes lo aman lo esperan sumidos en la congoja y la angustia.
¡Jesús ha muerto! ¡Dios ha cumplido su Promesa! ¡La humanidad ha sido redimida!
Padre Amado, que nos diste la Salvación a todos por medio del sacrificio redentor de la cruz, danos firmeza de espíritu, deseos crecientes de servirte con nuestra vida de cada día, verdadera determinación de hacer en todo momento tu voluntad y, por sobre todo, enciende nuestro corazón en la misma hoguera ardiente de caridad que encendió el Corazón de Jesús que dio su vida por todos los hombres. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
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