-Te adoramos Cristo...
YO SOY LA RESURECCION Y LA VIDA. EL QUE CREE EN MÍ, AUNQUE MUERA, VIVIRÁ; Y TODO EL QUE VIVE Y CREE EN MÍ, NO MORIRÁ JAMÁS. (Juan 11, 25-26)
Después de haber sido condenado a muerte por los principales de los judíos, la autoridad imperial de Roma lo entrega para que sea ajusticiado. Por ser judío debía enfrentar la ignominiosa muerte de cruz. Pilatos hubiera podido salvarlo porque él mismo declara que no veía en él culpa alguna. Sin embargo, temeroso de perder su posición y su poder cede ante los judíos y lo entrega. Entonces Jesús toma la cruz y la carga camino al monte Calvario. Todo el peso de los pecados va sobre ella. Un peso imposible de cargar. Pero el amor vence y nuestro Jesús sube, sube entre lágrimas y profundos sufrimientos.
Mi Jesús, ¿qué cargabas tan pesadamente? Poder entender que tus dolores físicos, tu agotamiento, son nada en comparación al peso espiritual de nuestros pecados; esta carga te aplastó. Tu Alma Divina lo siente y te esfuerzas al límite porque su peso es inmedible, solo el Padre lo conoce. Ayúdanos, Oh Jesús, a tomar conciencia de este dolor tuyo cuando cometemos pecado: ¡tú lo llevaste en la cruz!
Oh, Padre, Dios de toda misericordia, ten piedad de nuestra debilidad humana, haz que podamos tomar conciencia de la gravedad de nuestros pecados cuyo alto precio pagó tu Hijo. Haznos capaces de vivir en tu fidelidad para que seamos testigos de Cristo en el mundo y queramos colaborar con él en su obra salvadora por medio del amor dado y ofrendado. ¡Ayúdanos a comprender que somos llamados a tomar esta causa! Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.