-Te adoramos Cristo...
SOY COMO EL AGUA QUE SE DERRAMA Y TODOS MIS HUESOS ESTÁN DISLOCADOS; MI CORAZÓN SE HA VUELTO COMO CERA Y SE DERRITE EN MI INTERIOR, MI GARGANTA ESTÁ SECA COMO UNA TEJA Y LA LENGUA SE ME PEGA AL PALADAR. (Salmo 21, 15)
Las horas pasan y el dolor aumenta junto a tu infinita agonía….
Oh, Divino Salvador que desde el Patíbulo en el que estás suspendido ruegas al Padre por los que te están matando, perdonas al ladrón que muere a tu lado y nos entregas a tu doliente Madre. Sólo una queja sale de tus labios: ¡Tengo sed! ¿Cuál es, Señor mío, esa sed que te consume? Tienes sed de almas……….
¡Con cuánta paciencia, conformidad y amor aceptas Señor, en el silencio más absoluto, todos estos sufrimientos!
Padre de los Cielos que aceptaste el Sacrificio Redentor de tu Hijo por amor a nosotros, danos la valentía de ser tus testigos en un mundo que se va apartando de ti. Toma nuestras vidas que te ofrecemos y en memoria de los padecimientos de Jesús haz que podamos recibir los frutos de la Redención cada día mientras peregrinamos en esta vida. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.