Acompañar a Jesús en su doloroso camino hacia el Calvario, contemplar cómo es crucificado y muere por nosotros, es parte de nuestro itinerario hacia la vida eterna. La Salvación se ha llevado a cabo, Jesús nos ha salvado y nos ha enviado al Espíritu Santo para que podamos recibir su amor abriéndonos a su gracia.
Al escuchar las palabras del relato de la Pasión, el Espíritu nos llama a vivir como verdaderos cristianos, a hacer que nuestras vidas rindan frutos de redención para todos los hombres, a que seamos testigos suyos ante un mundo que se va alejando de la Verdad. No nos podemos quedar pasivos ante la magnitud del acontecimiento Pascual. Porque la Salvación sale a nuestro encuentro con cada palabra y gesto de amor dado a los demás, con nuestra paciencia ante los sufrimientos, con nuestras entregas de todos los días. La Salvación se está realizando en nosotros y se da a otros por medio nuestro a través del amor.
Terminemos este día convencidos de que cada día nace para nosotros una nueva oportunidad, una esperanza nueva, para que podamos santificarnos y santificar a los demás, porque ya hemos sido salvados y somos infinitamente amados por Dios.