En el Rosario resuena la oración de María, su perenne Magnificat por la obra de la Encarnación redentora en su seno virginal. Con él, el pueblo cristiano aprende de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor. Mediante el Rosario, el creyente obtiene abundantes gracias, como recibiéndolas de las mismas manos de la Madre del Redentor.
(Juan Pablo II, Rosarium Virginis Marie)
ORACIÓN A MARÍA, MADRE DE LOS PEREGRINOS
María, tú has querido ser nuestra compañera en este camino de la entrega que vivimos cada día. Te tomamos como nuestra Madre de los peregrinos para que vayas siempre delante nuestro abriéndonos el camino, señalándonos la meta y dándonos ejemplo de amor que se dona y se ofrece.
Nos confiamos a ti, dulce Madre nuestra, porque sabemos que por ti el camino es seguro y vislumbramos la meta sin temor. Afiánzanos cada día en nuestro compromiso de amor y de ofrenda para que podamos ser instrumentos tuyos y servir en la causa de la salvación de las almas. Amén.
A continuación, se reza el Pésame y el Credo
Después de cada Misterio se dice: María, Madre de los Peregrinos, ruega por nosotros. San Miguel, San Gabriel y San Rafael, rueguen por nosotros.
ORACIÓN DE INICIO
Ofrecemos este Santo Rosario en honor a María, Madre de los Peregrinos, por las intenciones de su Bendito e Inmaculado Corazón y del Corazón de Jesús. Lo ofrecemos también por todas nuestras intenciones, por la Obra de amor y redención y por los más necesitados de la misericordia de Dios.
Unimos este Santo Rosario al Sacrificio de la Santa Misa, a todas las presencias Eucarísticas en todos los altares, sagrarios y tabernáculos, y a todos los rosarios que se están rezando en todo el mundo.
Rogamos a los santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael que nos asistan en el rezo y meditación de los misterios de este Rosario y nos guíen hacia la unidad de todos los cristianos.
Padre Santo, recibe la ofrenda de nosotros mismos y utilízanos conforme tu voluntad para gloria tuya y salvación de todas las almas
ORACIÓN FINAL
Padre de los Cielos que, por tu Hijo Jesucristo, por su muerte y resurrección hemos obtenido el perdón de los pecados y la promesa del reino eterno, te pedimos que, habiendo meditado los misterios del Santo Rosario de la Virgen María, podamos imitarla en todo el quehacer de nuestra vida y ofrecernos cada día por la salvación del mundo entero. Amén.
ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL
San Miguel Arcángel, patrono de la Obra de amor y redención, acompáñanos y defiéndenos en nuestro camino de entrega, para que cada día vayamos decididos y determinados a servir a Dios por medio de nuestra entrega confiada. Sé nuestra defensa ahora y siempre. Amén.
ORACIÓN A SAN GABRIEL ARCÁNGEL
San Gabriel, arcángel del anuncio, fuiste el elegido del Señor para anunciar a los hombres los grandes acontecimientos y las grandes obras de Dios. Sé también tú quien dirija mi camino y me anuncies, como a María, la predilección y el amor de Dios. Patrono de los que llevan a los hombres el mensaje de Dios, acompaña a todos los peregrinos anunciantes, con su vida, del amor obrante en el mundo. Amén.
ORACIÓN A SAN RAFAEL ARCÁNGEL
San Rafael arcángel, camina junto a cada peregrino como caminaste acompañando a Tobías en su largo camino. Ayúdanos a vivir con fidelidad nuestro camino de entrega, para que podamos llegar a ser ofrendas vivas, aceptables y agradables a Dios. San Rafael, patrono de los peregrinos, ruega por nosotros. Amén.
MISTERIOS GOZOSOS
1er. Misterio: La Anunciación
No temas María, porque Dios te ha favorecido: Concebirás y darás a luz a un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. (Lucas 1, 30-31)
María, te entregaste al designio redentor de Dios con gran docilidad y profundísima humildad. Porque creíste y aceptaste el Anuncio de parte de Dios todos hemos recibido gracia en abundancia. Pequeña María, después del desconcierto inicial te abandonaste completamente en tu Señor respondiendo con el Sí más absoluto y perfecto: “Hágase”. Pero antes de hacerlo, te declaraste Sierva obediente de Dios. Gracias Madre nuestra por tu inmensa generosidad. Ayúdanos a saber decir que sí a la voluntad de Dios.
MISTERIOS DOLOROSOS
1er. Misterio: La oración de Jesús en el Huerto
Mi alma siente una tristeza de muerte. Quédense aquí velando conmigo. (Mateo 26, 38)
María, no estuviste ajena a la agonía de tu Hijo en aquella hora. Como Madre y Medianera de todas las gracias, tus gemidos y lágrimas se unieron a los de Jesús. También tú rogaste al Padre para que los sostuviera y se llevara a cabo la obra de la redención. Todo el peso del pecado recayó sobre Jesús, este enorme peso también recayó sobre tu inmaculado y amoroso Corazón. Oh Madre, ayúdanos a reconocer que este inmenso sacrificio fue por cada uno de nosotros. Que podamos también nosotros asociarnos al sacrificio de Jesús y tuyo.
MISTERIOS GLORIOSOS
1er. Misterio: La Resurrección de Jesús
No teman. Ustedes buscan a Jesús de Nazaret, el Crucificado. Ha resucitado, no está aquí. (Marcos 16, 6)
El sepulcro ha quedado vacío. La Redención ha sido llevada a cabo; ¡nuestra esperanza es muy grande! Con la Resurrección de Jesús se han cumplido todas las promesas hechas por Dios desde antiguo. Madre nuestra, que esperaste contra toda esperanza en el cumplimiento de la Palabra de tu Hijo, anima a tus hijos a mantener siempre viva la esperanza para que podamos dar testimonio ante todos nuestros hermanos del obrar de Dios en nosotros. Implora al Espíritu Santo para que infunda en cada uno las virtudes de la fe, la esperanza y el amor.
MISTERIOS LUMINOSOS
1er. Misterio: El Bautismo de Jesús
Apenas fue bautizado, Jesús salió del agua. En ese momento se le abrieron los cielos, y vio al Espíritu de Dios descender como una paloma y dirigirse hacia él. Y se oyó una voz del cielo que decía: este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección. (Mateo 3,16-17)
Contemplemos esta epifanía: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo en el Bautismo del Señor. Cuando oramos y nos ponemos en presencia de Dios Uno y Trino, también para nosotros se abre el cielo y el Espíritu Santo desciende sobre cada uno para instruirnos en nuestro camino. Te pedimos María que nos enseñes a rezar como tú lo hiciste. Que la oración sea parte de nuestro itinerario hacia la vida eterna. ¡Gracias Madre por rezar tanto por nosotros!