El Espíritu Santo es nuestra promesa
INTRODUCCIÓN
Introducción
Nos disponemos a vivir nueve días unidos al Espíritu Santo que nos guía en su tarea de santificarnos. En este itinerario de nuestra existencia nos conduce al conocimiento del obrar del Amor de Dios en nuestra vida y a la experiencia viva del amor activo con la que nos prepara para ser para él por toda la eternidad.
PRIMER DÍA
El Espíritu Santo es nuestra promesa
Después de su Pasión, Jesús se manifestó a ellos dándoles numerosas pruebas de que vivía, y durante cuarenta días se les apareció y les habló del Reino de Dios. En una ocasión, mientras estaba comiendo con ellos, les recomendó que no se alejaran de Jerusalén y esperaran la promesa del Padre: “La promesa, les dijo, que Yo les he anunciado. Porque Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo, dentro de pocos días." (Hechos 1, 3-5)
SEGUNDO DÍA
Por el Espíritu Santo recibimos el don de Dios
Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban. Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse. (Hechos 2,1-4)
TERCER DÍA
El Espíritu Santo nos anima a ser en el mundo testigos de la verdad
Ahora, Señor, mira sus amenazas, y permite a tus servidores anunciar tu Palabra con toda libertad: extiende tu mano para que se realicen curaciones, signos y prodigios en el nombre de tu santo servidor Jesús. Cuando terminaron de orar, tembló el lugar donde estaban reunidos; todos quedaron llenos del Espíritu Santo y anunciaban decididamente la Palabra de Dios. (Hechos. 4, 29-31)
CUARTO DÍA
El Espíritu Santo obra en el mundo con gran poder
Aumentaba cada vez más el número de los que creían en el Señor, tanto hombres como mujeres. Y hasta sacaban a los enfermos a las calles, poniéndolos en catres y camillas, para que cuando Pedro pasara, por lo menos su sombra cubriera a alguno de ellos. (Hechos 5, 14-15)
QUINTO DÍA
El Espíritu Santo nos sostiene y nos auxilia
La Iglesia, entre tanto, gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaría. Se iba consolidando, vivía en el temor del Señor y crecía en número, asistida por el Espíritu Santo. (Hechos 9, 31)
SEXTO DÍA
El Espíritu Santo se derrama en los que creen en él
Mientras Pedro estaba hablando, el Espíritu Santo descendió sobre todos los que escuchaban la Palabra. Los fieles de origen judío que habían venido con Pedro quedaron maravillados al ver que el Espíritu Santo era derramado también sobre los paganos. (Hechos 10, 44-45)
SÉPTIMO DÍA
El Espíritu Santo permanece en nosotros
La mano del Señor los acompañaba y muchos creyeron y se convirtieron. Al enterarse de esto, la Iglesia de Jerusalén envió a Bernabé a Antioquia. Cuando llegó y vio la gracia que Dios les había concedido, él se alegró mucho y exhortaba a todos a permanecer fieles al Señor con un corazón firme. (Hechos 11, 21-23)
OCTAVO DÍA
El Espíritu Santo nos regala el don de la confianza
A pesar de todo, Pablo y Bernabé prolongaron su estadía y hablaban con toda libertad, confiados en el Señor que confirmaba el mensaje de su gracia, dándoles el poder de realizar signos y prodigios. (Hechos 14, 3)
NOVENO DÍA
El Espíritu Santo completa su obra en nosotros
Ellos le respondieron: “Cree en el Señor Jesús y te salvarás, tú y toda tu familia”. En seguida le anunciaron la Palabra del Señor, a él y a todos los de su casa. A esa misma hora de la noche, el carcelero los atendió y curó sus llagas. Inmediatamente después, fue bautizado junto con toda su familia. Luego los hizo subir a su casa y preparó la mesa para festejar con los suyos la alegría de haber creído en Dios. (Hechos 16, 31-34)